jueves, mayo 03, 2007

Motörhead en Chile


Motörhead
Miércoles 2 de mayo de 2007
Estadio Víctor Jara

Jamás pensé que volvería a ver a Motörhead pisar tierra chilena de nuevo después del fiasco que fue el primer recital de la banda en el Teatro Monumental, hoy Caupolicán, en el 95. Para esa oportunidad no asistieron más de doscientos fans, “los de verdad”, como diría Anton Reisenegger desde el escenario mientras teloneaba junto a su banda Criminal la primera visita de un grupo del que se esperaba convocara mucho mayor público. Nada que ver con lo ocurrido para esta segunda presentación, a casi doce años después, con estadio lleno, de la cancha hasta la platea alta, como pocas veces se ha visto. ¡Y que bueno que el escenario estaba de tal manera que todo el público quedaba de frente y no con la platea de lado, como ha ocurrido antes! Por ese lado, nada que decir. Excelente también el juego de luces y la puesta en escena de una banda inmortal, con un Lemmy Kilmister que se mantiene como si nada, a pesar de sus ya 61 años. ¿Cómo lo hace? ¡Yo quiero ser Lemmy! ¡Maestro! A la vez, Mikkey Dee; ex batero de King Diamond, demostró nuevamente que es un baterista excelente y lejos el mejor músico de la banda. Y con respecto a Phil Campbell, este demostró que aunque no es el equivalente en guitarra de Dee, tiene al menos un par de trucos que los sabe ejecutar bien. Pero que no quepan dudas, Mikkey Dee entrega un aporte importantísimo a Motörhead y es gracias a él que la banda suena como cañón en vivo. Quizás en estudio a veces dejen mucho que desear, pero en vivo…¡son otra cosa!

En algo así como hora y media de show Lemmy y compañía lanzaron su arsenal mortífero y potente sin compasión, dejando, obviamente, los tres temas insignes para el final. Tan obvio que hasta llegó a ser fome por lo poco sorpresivo. Sí, por supuesto, no faltaron para el final “Iron Fist”, “Ace of Spades” y “Overkill”. Todo el mundo vuelto loco con esas canciones, aunque otros clásicos como “Sacrifice” y “I Got Mine” también fueron recibidos con euforia. De hecho el público se mostró muy complaciente, vacilando cada canción, sin excepción, incluso un cover de Thin Lizzy. Desde luego que faltaron sus buenos temas, como “Orgasmatron” y “Hellraiser”, optando Lemmy y compañía por canciones algo menos conocidas como “Going to Brazil” o “Just ´cos you got the Power”, esta última dedicada a los políticos, según palabras del propio Lemmy, hombre que por lo demás es de muy pocas palabras.

Y aunque no me queda duda alguna de que la mayoría de los fans encontró el recital la raja, algunos más objetivos me dijeron que había sonado mal, muy mal, especialmente desde la cancha. Yo que estaba en platea alta lo encontré decente, no excelente, pero bastante mejor que en el 95. Un amigo mío me contó que había quedado con un pito o zumbido dando vuelta en su cabeza por la bulla. El volumen, desde luego, estaba muy alto. Y este compadre habla con fundamento, ya que es técnico en sonido. Me dijo: “hueón, sonó como las hueas”, así, tal cual.

Independientemente del sonido y las apreciaciones al respecto lo cierto es que Motörhead tuvo un éxito arrollador, y con gusto a venganza por el show del 95. El trío llegó, toco su rock ´n roll infeccioso, metió más bulla que la cresta, dañando muchos tímpanos en el proceso, dejó a la mayoría contento y luego partió a dejar la cagada a otra parte. En definitiva, el show cumplió con las expectativas. No hubo grandes sorpresas, excepto el blues con Mikkey Dee a la guitarra y Lemmy cantando y tocando la armónica. A la vez ese fue el único momento calmo en toda la presentación. Pero aparte de eso, ninguna otra sorpresa. ¡Pero qué más da! Motörhead no está en este mundo para darnos grandes sorpresas, sino que para entregarnos buen rock ´n roll sucio y sin pretensiones y eso fue exactamente lo que recibimos anoche.

martes, mayo 01, 2007

Testament en Chile


Testament
Lunes 30 de abril de 2007.
Teatro Novedades

Este recital ha sido uno de los que más temprano ha terminado. A las siete de la tarde ya había concluido. Incluso, si uno quería, alcanzaba demás a llegar a la casa para pillar “Hígado de María” o “Chanta Ricki”, las dos teleseries mata neuronas del momento. Obviamente los asistentes decidieron hacer algo mejor, como seguir reviviendo el memorable recital en algún boliche cervecero, dejando las teleseries para la masa descerebrada.

La razón del horario de “matinee” se debió al hecho de que tanto Chuck Billy como Alex Skolnick debían volar ese mismo día, apenas finalizado el concierto. Aquello obligaba a hacer la presentación muy temprano, saliendo Testament al escenario alrededor de las cinco y media de la tarde. Una hora antes yo había llegado al teatro pillando la presentación de los legendarios Necrosis, banda que se encargó de calentar los motores y prender al público que agotó todas las entradas. Fue, como nunca, un lleno total, distinguiéndose entre el público gran afluencia de nuevos thrashers, no mayores de quince años, muchos de ellos con pintas que no veía desde 1988, cuando la moda thrash dictaba el uso de zapatillas blancas con caña y chaquetas de mezclilla. En la más Combat Tour. Notable.

Lo que no fue para nada notable fue la poco decorosa manera en que se dio fin a la presentación de Necrosis, obligando un gringo del staff de Testament ha terminar antes de que la banda hubiese querido. Mala organización, qué se yo, el asunto es que fue feo. Es entendible que hubiese restricción de horario, y que Necrosis no pudiera alargarse demasiado, pero fue muy feo y poco profesional en cómo se dio fin a la presentación. Necrosis quedó bien parada, y el gringo quedó como el huevón mala onda. Posteriormente, en backstage, el gringo ofrecería sus disculpas aduciendo al hecho del vuelo en avión de Chuck y Alex. Todo bien, excepto que estas cosas tiene que conversarse de antemano. Y si se conversaron, el punto esencial aquí es que debe existir respeto tanto para las bandas como para con el público. Mala onda lo que sucedió con Necrosis. Esas cosas no pueden pasar. Pero bueno, este tema da para mucho. Vamos ahora al show propiamente tal.

Necrosis estuvo bien, aunque sólo pude ver a la banda por un par de temas ya que llegué al teatro a las 4:30. De las canciones que pillé reconocí el famoso tema “Kingdom of Hate”, pero lamentablemente el sonido estaba muy fuerte, suficiente como para causar trauma acústico. De hecho yo terminé con un severo dolor de cabeza. Por otro lado, Testament sonó mucho mejor, con un volumen justo a la medida. Vamos con ellos.

Testament visitaba por segunda vez nuestro país, trayendo para esta oportunidad su alineación casi clásica, faltando solamente Louie Clemente en la batería. En reemplazo de este, nada menos que Nick Barker, famoso por su participación en Cradle of Filth, Dimmu Borgir y varias otras bandas. En la guitarra líder estaba Alex Skolnick, eximio guitarrista de alto vuelo que largo tiempo estuvo ausente de Testament ya que estaba dedicado al jazz, habiendo dejado el metal de lado.

Este Testament, distinto al que visitó Chile nueve años antes, en el 98, estuvo lejos mejor que en aquella vez, especialmente en cuanto a sonido, que ahora estuvo mucho mejor a pesar de que el comienzo no fue excelente. Lo que sí se extrañó, o lo extrañaron los que acudieron también para el 98 fue ver a Chuck Billy regalando decenas de poleras del Demonic. No estuvo mal eso sí que tres hermosas chicas hicieran algo parecido un poco antes de iniciarse la presentación de los californianos. Otra diferencia es que para este nuevo show la banda no venía con disco de estudio nuevo. First Strike is Deadly es un remake de viejas canciones, pero disco de material completamente nuevo no hay desde The Gathering que ya tiene sus buenos años. Así, esta presentación fue bastante emotiva ya que claramente se fue al pasado, reviviendo grandes clásicos, como “The Preacher” con que empezó el recital, “Into the Pit”, “Trial by Fire”, “Over the Wall”, “Alone in the Dark”, “Practice What you Preach”, “Sins of Omission” y “Disciples of the Watch”, con que se dio fin a la presentación de casi hora y media. Y de lo no tan nuevo o tan clásico hubo un par de temas, como “3 Days of Darkness”, del disco The Gathering. En otras palabras, la selección fue a lo imprescindible de esta grandiosa banda, extrañándose quizás un corte como “The Ballad”, del Practice what you Preach o “Apocalyptic City” del The Legacy, el glorioso primer álbum.

Y eso sería. No vi a los otros teloneros, Kaiowas, ni sé cómo les fue, ni si tocaron. Tampoco pregunté. Sorry por eso. Llegué sólo para presenciar algo de Necrosis y el horrible “pull the plug” que les hicieron. Aquello fue la nota negra del día. De Testament, bien. La banda todavía está en forma, con un Chuck Billy quizás ya no cantando tan bien como antes (los años no pasan en vano), pero no nos olvidemos que el hombre estuvo enfermo de cáncer, o sea, hay que sacarse el sombrero con el gran Chuck. En cuanto a Skolnick, nada que hacer, excelente guitarrista, a otro nivel. Y del bueno de Barker, me gustó comprobar que se amolda fácilmente a cualquier tipo de metal, y si bien en Testament no puede ir a mil por hora, como lo conocemos en otras agrupaciones, mantiene bien el ritmo, aunque todavía no se nota que ponga parte de su cosecha.

En resumen, una segunda presentación en nuestro país muy superior al show de 1998, y si ha de haber una tercera presentación a futuro es de esperar que Testament llegue con disco nuevo.