Discotheque Blondie
Sábado 10 de Junio de 2006
20:00 hrs.
La primera visita de Paradise Lost a Chile ocurrió en septiembre de 1995 dentro del contexto del festival Monsters of Rock que se hizo en el Teatro Caupolicán. Tocaron la segunda de las dos noches que duró el evento, abriendo el show que seguía con Faith no More y luego con Ozzy Osbourne como plato de fondo. Memorable encuentro aquel. Recuerdo que ese día llegué atrasado, no me dejaron pasar a cancha porque no cabía un alma y me obligaron a subir a la galería. Paradise Lost ya llevaba tocando hace rato y apenas podía divisar el escenario ya que había mucha gente. Poco fue lo que disfruté de su presentación. Y considerando que todos mis amigos estaban en cancha, y no queriendo ver el resto del show a solas, me lancé desde la galería, como muchos otros, lamentablemente sufriendo un terrible accidente que me obligo acudir a la posta después de que Ozzy pegara su último alarido. Cuento corto: Me despellejé los dedos de la mano izquierda. Pero bueno, esa historia da para mucho. Y casi once años de todo aquello Paradise Lost volvía a Chile para presentarnos un show esta vez sin compartir escenario ni siquiera con un telonero. Para este segundo encuentro no me lanzaría de ninguna galería.
Se suponía que la presentación empezaba a las ocho. ¿Por qué tan temprano? Según supe, luego de Paradise había una fiesta en la disco que incluía una nueva presentación de René de la Vega. ¡Cómo para no perdérselo! Oh, Chica Rica. Jajajaja. En fin. El asunto es que de todas maneras hubo una hora de atraso.
Todo comenzó “Don´t Belong”, primer corte del último álbum. De ese disco también escuchamos “Grey”, “Redshift”, “Forever After” y “Over the Madness”. Pero claramente el público disfruto mayormente con los clásicos de siempre, especialmente con los de los discos Draconian Times y One Second. Escuchamos “Hallowed Land”, “Embers Fire”, “As I Die”, “True Belief”, “One Second”, “Say Just Words”, “The Last Time” y otras excelentes canciones del extenso repertorio del grupo.
La sorpresa de la noche fue el corte “Sweetness”, tema que originalmente aparece en el EP Seals the Sense de 1994 y que pertenece al álbum Icon. Posteriormente volvió a aparecer en el box-set The Singles Collection. Gran tema. De lo que no escuchamos nada -y era de suponer que así fuese- fue de los dos primeros álbumes, los míticos Lost Paradise y Gothic. Y para mí, y me imagino que para muchos, fue una lástima. Pero estábamos avisados. La banda ya no toca canciones de esos discos. Es una pena. Yo entiendo perfectamente que la banda haya ido cambiando su enfoque musical desde el tercer álbum de estudio y que el elemento death metal de voz gutural, y que ni siquiera lo era tanto, fuera borrado de la propuesta estilística, pero no veo razón alguna para hacer como si los dos primeros álbumes nunca existieron. O sea, son parte de la banda, y más encima a mucha gente le gustan esos discos. ¿Por qué diablos no tocar un par de temas del Gothic simplemente por que sí y por la pura buena onda? Pero bueno, Paradise Lost no vuelve tan atrás en su discografía y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Aparte de esos dos álbumes tampoco escuchamos nada de Believe in Nothing, pero sí del vapuleado Host, ese disco acusado de ser muy tecno y muy Depeche Mode. De ahí escuchamos “So Much is Lost”. Y de los demás discos la banda lanzó un par de temas. No fue extraño comprobar que la mejor respuesta fue con las canciones de los ábumes Draconian Times y One Second, que claramente se perfilan como los favoritos de la segunda etapa de la banda. Buen repertorio, sin lugar a dudas.
Temas más, temas menos, lo bueno es que la banda sonó absolutamente espectacular, con gran potencia y claridad. La guitarra de Gregory Mackintosh sonaba nítida, el bajo de Stephen Edmondson como un trueno y el nuevo baterista Jeff Singer no tuvo problemas, al igual que el guitarrista rítmico Aaron Aedy. Y aunque yo consideré que cantó muy bien, algunos estimaron que la voz de Nick Holmes se perdía a tiempos. Yo creo que dependía desde dónde se apreciaba. Si uno estaba demasiado cerca al escenario se perdía algo de nitidez y claridad en el sonido tanto de la voz como de los instrumentos, mejorándose si es que se apreciaba el show desde un poco más lejos. Cuestión de acústica me imagino.
Lo que sí no me pareció bien fue el uso de sampler para las bases de teclado. Nunca me ha gustado ese recurso tecnológico, especialmente cuando los teclados son un elemento importante dentro de la melodía de una canción, como ocurre con Paradise Lost. Un par de notas en teclado, la gente se vuelve loca, pero resulta que nadie está tocando nada. Siempre aprecio mucho más a las bandas que se la juegan por tener a un tipo que aunque no haga mucho toque esas notas en vivo. De todas maneras los fans al parecer no repararon mucho en este detalle, siendo muy complacientes durante el transcurso de la cerca de hora y media que duró todo.
Con respecto al público, este estaba muy tranquilo. En realidad este ha sido uno de los recitales más tranquilos a los que he ido, y se entiende, ya que Paradise Lost es una banda que atrapa a su público por el lado de la melancolía y la atmósfera, sin necesidad de violencia sonora. Eso es algo que los fans comprenden muy bien, y los muchos que acudieron a verlos se dejaron encandilar con la sutileza y agresión controlada de una banda que no por nada es considerada junto con Anathema y My Dying Bride como los grandes del Doom. Ya no están muy Doom, cierto, pero su cualidad de pionera siempre será respetada, aunque no toquen canciones del Gothic. No me quejo. Este show estuvo a la altura de lo que se espera de una banda de renombre.
Sábado 10 de Junio de 2006
20:00 hrs.
La primera visita de Paradise Lost a Chile ocurrió en septiembre de 1995 dentro del contexto del festival Monsters of Rock que se hizo en el Teatro Caupolicán. Tocaron la segunda de las dos noches que duró el evento, abriendo el show que seguía con Faith no More y luego con Ozzy Osbourne como plato de fondo. Memorable encuentro aquel. Recuerdo que ese día llegué atrasado, no me dejaron pasar a cancha porque no cabía un alma y me obligaron a subir a la galería. Paradise Lost ya llevaba tocando hace rato y apenas podía divisar el escenario ya que había mucha gente. Poco fue lo que disfruté de su presentación. Y considerando que todos mis amigos estaban en cancha, y no queriendo ver el resto del show a solas, me lancé desde la galería, como muchos otros, lamentablemente sufriendo un terrible accidente que me obligo acudir a la posta después de que Ozzy pegara su último alarido. Cuento corto: Me despellejé los dedos de la mano izquierda. Pero bueno, esa historia da para mucho. Y casi once años de todo aquello Paradise Lost volvía a Chile para presentarnos un show esta vez sin compartir escenario ni siquiera con un telonero. Para este segundo encuentro no me lanzaría de ninguna galería.
Se suponía que la presentación empezaba a las ocho. ¿Por qué tan temprano? Según supe, luego de Paradise había una fiesta en la disco que incluía una nueva presentación de René de la Vega. ¡Cómo para no perdérselo! Oh, Chica Rica. Jajajaja. En fin. El asunto es que de todas maneras hubo una hora de atraso.
Todo comenzó “Don´t Belong”, primer corte del último álbum. De ese disco también escuchamos “Grey”, “Redshift”, “Forever After” y “Over the Madness”. Pero claramente el público disfruto mayormente con los clásicos de siempre, especialmente con los de los discos Draconian Times y One Second. Escuchamos “Hallowed Land”, “Embers Fire”, “As I Die”, “True Belief”, “One Second”, “Say Just Words”, “The Last Time” y otras excelentes canciones del extenso repertorio del grupo.
La sorpresa de la noche fue el corte “Sweetness”, tema que originalmente aparece en el EP Seals the Sense de 1994 y que pertenece al álbum Icon. Posteriormente volvió a aparecer en el box-set The Singles Collection. Gran tema. De lo que no escuchamos nada -y era de suponer que así fuese- fue de los dos primeros álbumes, los míticos Lost Paradise y Gothic. Y para mí, y me imagino que para muchos, fue una lástima. Pero estábamos avisados. La banda ya no toca canciones de esos discos. Es una pena. Yo entiendo perfectamente que la banda haya ido cambiando su enfoque musical desde el tercer álbum de estudio y que el elemento death metal de voz gutural, y que ni siquiera lo era tanto, fuera borrado de la propuesta estilística, pero no veo razón alguna para hacer como si los dos primeros álbumes nunca existieron. O sea, son parte de la banda, y más encima a mucha gente le gustan esos discos. ¿Por qué diablos no tocar un par de temas del Gothic simplemente por que sí y por la pura buena onda? Pero bueno, Paradise Lost no vuelve tan atrás en su discografía y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Aparte de esos dos álbumes tampoco escuchamos nada de Believe in Nothing, pero sí del vapuleado Host, ese disco acusado de ser muy tecno y muy Depeche Mode. De ahí escuchamos “So Much is Lost”. Y de los demás discos la banda lanzó un par de temas. No fue extraño comprobar que la mejor respuesta fue con las canciones de los ábumes Draconian Times y One Second, que claramente se perfilan como los favoritos de la segunda etapa de la banda. Buen repertorio, sin lugar a dudas.
Temas más, temas menos, lo bueno es que la banda sonó absolutamente espectacular, con gran potencia y claridad. La guitarra de Gregory Mackintosh sonaba nítida, el bajo de Stephen Edmondson como un trueno y el nuevo baterista Jeff Singer no tuvo problemas, al igual que el guitarrista rítmico Aaron Aedy. Y aunque yo consideré que cantó muy bien, algunos estimaron que la voz de Nick Holmes se perdía a tiempos. Yo creo que dependía desde dónde se apreciaba. Si uno estaba demasiado cerca al escenario se perdía algo de nitidez y claridad en el sonido tanto de la voz como de los instrumentos, mejorándose si es que se apreciaba el show desde un poco más lejos. Cuestión de acústica me imagino.
Lo que sí no me pareció bien fue el uso de sampler para las bases de teclado. Nunca me ha gustado ese recurso tecnológico, especialmente cuando los teclados son un elemento importante dentro de la melodía de una canción, como ocurre con Paradise Lost. Un par de notas en teclado, la gente se vuelve loca, pero resulta que nadie está tocando nada. Siempre aprecio mucho más a las bandas que se la juegan por tener a un tipo que aunque no haga mucho toque esas notas en vivo. De todas maneras los fans al parecer no repararon mucho en este detalle, siendo muy complacientes durante el transcurso de la cerca de hora y media que duró todo.
Con respecto al público, este estaba muy tranquilo. En realidad este ha sido uno de los recitales más tranquilos a los que he ido, y se entiende, ya que Paradise Lost es una banda que atrapa a su público por el lado de la melancolía y la atmósfera, sin necesidad de violencia sonora. Eso es algo que los fans comprenden muy bien, y los muchos que acudieron a verlos se dejaron encandilar con la sutileza y agresión controlada de una banda que no por nada es considerada junto con Anathema y My Dying Bride como los grandes del Doom. Ya no están muy Doom, cierto, pero su cualidad de pionera siempre será respetada, aunque no toquen canciones del Gothic. No me quejo. Este show estuvo a la altura de lo que se espera de una banda de renombre.