Martes 5 de Junio de 2007. Teatro Caupolicán. 20:00 hrs.
Atomic Aggressor – Watain – Sadus – Obituary
Banda invitada: Kythrone
Extra Tours.
Chile Metal Fest pasará a la historia como uno de los mejores y más agotadores recitales hechos en Chile. Con cuatro bandas de renombre más la inclusión a última hora de los chilenos Kythrone, y durando prácticamente seis horas, era para dejar cansado hasta al más rudo. De hecho ya a la mitad de la presentación de Obituary se notaba el cansancio en muchos de los presentes que observaban el show con ganas de que terminara pronto. Y era para estar cansado a eso de las 1:30 de la mañana habiendo ya visto las bandas anteriores. Que nadie se queje. Querían un festival, ahí lo tuvieron, y fue una verdadera sobredosis.
Kythrone se encargó de iniciar el memorable evento empezando cerca de la ocho de la noche y estuvo en escena cerca de media hora. Yo ya había visto a estos muchachos en el Óxido así que verlos esta vez bajo el marco del Caupolicán fue interesante. Sonaron bien, tiraron un par de buenos temas y calentaron los motores para lo que se venía.
Atomic Aggressor subió al escenario cerca de las nueve. Hartas ganas tenía de ver a esta leyenda del metal chileno, pionera en Chile, que lamentablemente nunca pudo llegar a las grandes ligas, y vaya que pudieron haberlo hecho de haber nacido en Suecia, por ejemplo. Porque esta banda no tiene nada que envidiarle a las de afuera, y a pesar de haber estado inactiva por largo tiempo dio un show como en los viejos tiempos, demostrando que todavía quedan fuerzas e incluso hoy pueden competir sin problemas con las bandas nuevas. El sonido, eso sí, estuvo algo saturado en esta presentación, pero aquello no fue grave, y todo el mundo disfrutó de lo lindo con los grandes clásicos de los demos, como “The Session”, “The Hallucination”, “Unholy Temple” y “Bloody Ceremonial”. Chacal. Nada más que decir. Es de esperar que pronto salga lo que sería el álbum debut.
El siguiente turno fue para los suecos Watain. ¿Qué cresta significa Watain? Me gustaría saberlo. Estos muchachines del demonio dieron una presentación alucinante y con parafernalia. El detalle de las cruces al revés con las velitas fue bienvenido. Le dio un toque siniestro y malditamente malévolo al show. Y la pinta de estos compadres… notable, en especial la de nuestro compatriota Álvaro Lillo (ex Execrator) que salió con muñequeras con clavos en la más Kerry King y con maquillaje con cierto aire a Gene Simmons. Por producción, Watain no se queda atrás, aunque ciertamente no son pioneros en esto. Pero da lo mismo. Lo esencial es la música, y Watain es una excelente banda que promete llegar muy lejos. Acaban de sacar un disco que está dando mucho de qué hablar, el “Sworn to the Dark”; del cual anoche escuchamos varios temas, están promocionándolo a través de su Fuck the World Tour (Nada de sutilezas con estos cabros) y pronto han de convertirse en los nuevos reyes del black metal. Lo firmo. Un punto que puede ser positivo o negativo dependiendo del prisma que usemos, es la obvia similitud con Dissection. De hecho el guitarrista Set Teitan tocó en el disco ReinCaos y apoya a Watain en las presentaciones en vivo, al igual que Lillo. Para mí esta similitud no es mala puesto que Dissection es una de mis bandas favoritas de todos los tiempos, pero hay que ver qué dice el tiempo al respecto.
La decepción de la noche llegó con Sadus. No es que el show haya sonado mal o que la presentación haya sido poco inspirada, pero los temas elegidos no fueron muy acertados ni fueron muy bien recibidos por el público, con excepción de clásicos como “Certain Death”, que cerró el show. Yo había visto a Sadus en el 2004 y en esa oportunidad dejaron la cagada. Esta vez el público los escuchó más con respeto que con genuina pasión. Las canciones nuevas del disco Out for Blood no calentaron a nadie y era claro que todos querían escuchar más temas del disco Illusions (después rebautizado como Chemical Exposure) o del Vision of Misery. Pero cierto es también que la música de Sadus no es fácil, y nunca lo ha sido. Da la impresión de que no se amoldó bien al resto del cartel. Quizás una banda más pichanguera hubiera impactado más. Sea como sea, Steve Digiorgio y compañía se veían muy animados y hasta alegres, lo que contrastaba con la anterior presentación de Watain. Más irónico incluso fue que Steve dedicara un tema a la memoria de Chuck Schuldiner, apuntando con un dedo hacia el cielo, haciendo clara referencia a que asumía que estaba allá arriba. Curioso, considerando que Watain nos arengaba a adorar a Satán minutos antes. Bueno, como siempre digo yo, ¡que cada uno piense y crea lo que se le de la gana! Por lo demás, malo estuvo que Sadus no tocara un tema de Death, porque muchos pensaron que eso iba a hacer la banda, pero no.
Y bueno, finalmente Obituary subió al escenario cerca de la una de la mañana. Era el plato de fondo. Muchos fans estaban allí exclusivamente por Obituary y me imagino que se sintieron defraudados al comprobar que Allan West no estaba, ocupándose de la guitarra exclusivamente Trevor Peres. Allan había vuelto a Obituary, pero al parecer ya no está más. En realidad cualquier otro guitarrista en reemplazo hubiera elevado la puesta en escena porque se echó de menos la maldita segunda guitarra, además que Trevor no tocó muy inspirado que digamos. Pero bueno, allí estaba Obituary, la legendaria banda de Florida, importante por sus innovaciones presentadas en sus dos primeros discos, pero que a esta altura está muy superada por bandas más talentosas. Pero no le pidamos peras al manzano. Obituary toca su death metal old school simplón con convicción y no pretende llevar su música por un lado muy técnico. Lamentablemente anoche la banda no se vio muy inspirada. Quizás fue la hora, o el cansancio, o ambas cosas, o el frío, o qué se yo, pero el asunto es que los fans no respondieron como se esperaba. John Tardy, que sigue cantando excelentemente bien, se movía en el escenario de allá para acá como león enjaulado e incitaba al público a manifestarse, pero aparte de los fans más acérrimos que se encargaban de liderar los mosh de las primeras filas, no hubo gran respuesta del público. ¿El punto culmine? Al final, cerca de las dos de la mañana, con “Slowly we Rot”, obviamente.
Y eso sería. Y si es por elegir lo mejor de la intensa jornada, apuesto por Watain seguido de Atomic Aggressor.
Kythrone se encargó de iniciar el memorable evento empezando cerca de la ocho de la noche y estuvo en escena cerca de media hora. Yo ya había visto a estos muchachos en el Óxido así que verlos esta vez bajo el marco del Caupolicán fue interesante. Sonaron bien, tiraron un par de buenos temas y calentaron los motores para lo que se venía.
Atomic Aggressor subió al escenario cerca de las nueve. Hartas ganas tenía de ver a esta leyenda del metal chileno, pionera en Chile, que lamentablemente nunca pudo llegar a las grandes ligas, y vaya que pudieron haberlo hecho de haber nacido en Suecia, por ejemplo. Porque esta banda no tiene nada que envidiarle a las de afuera, y a pesar de haber estado inactiva por largo tiempo dio un show como en los viejos tiempos, demostrando que todavía quedan fuerzas e incluso hoy pueden competir sin problemas con las bandas nuevas. El sonido, eso sí, estuvo algo saturado en esta presentación, pero aquello no fue grave, y todo el mundo disfrutó de lo lindo con los grandes clásicos de los demos, como “The Session”, “The Hallucination”, “Unholy Temple” y “Bloody Ceremonial”. Chacal. Nada más que decir. Es de esperar que pronto salga lo que sería el álbum debut.
El siguiente turno fue para los suecos Watain. ¿Qué cresta significa Watain? Me gustaría saberlo. Estos muchachines del demonio dieron una presentación alucinante y con parafernalia. El detalle de las cruces al revés con las velitas fue bienvenido. Le dio un toque siniestro y malditamente malévolo al show. Y la pinta de estos compadres… notable, en especial la de nuestro compatriota Álvaro Lillo (ex Execrator) que salió con muñequeras con clavos en la más Kerry King y con maquillaje con cierto aire a Gene Simmons. Por producción, Watain no se queda atrás, aunque ciertamente no son pioneros en esto. Pero da lo mismo. Lo esencial es la música, y Watain es una excelente banda que promete llegar muy lejos. Acaban de sacar un disco que está dando mucho de qué hablar, el “Sworn to the Dark”; del cual anoche escuchamos varios temas, están promocionándolo a través de su Fuck the World Tour (Nada de sutilezas con estos cabros) y pronto han de convertirse en los nuevos reyes del black metal. Lo firmo. Un punto que puede ser positivo o negativo dependiendo del prisma que usemos, es la obvia similitud con Dissection. De hecho el guitarrista Set Teitan tocó en el disco ReinCaos y apoya a Watain en las presentaciones en vivo, al igual que Lillo. Para mí esta similitud no es mala puesto que Dissection es una de mis bandas favoritas de todos los tiempos, pero hay que ver qué dice el tiempo al respecto.
La decepción de la noche llegó con Sadus. No es que el show haya sonado mal o que la presentación haya sido poco inspirada, pero los temas elegidos no fueron muy acertados ni fueron muy bien recibidos por el público, con excepción de clásicos como “Certain Death”, que cerró el show. Yo había visto a Sadus en el 2004 y en esa oportunidad dejaron la cagada. Esta vez el público los escuchó más con respeto que con genuina pasión. Las canciones nuevas del disco Out for Blood no calentaron a nadie y era claro que todos querían escuchar más temas del disco Illusions (después rebautizado como Chemical Exposure) o del Vision of Misery. Pero cierto es también que la música de Sadus no es fácil, y nunca lo ha sido. Da la impresión de que no se amoldó bien al resto del cartel. Quizás una banda más pichanguera hubiera impactado más. Sea como sea, Steve Digiorgio y compañía se veían muy animados y hasta alegres, lo que contrastaba con la anterior presentación de Watain. Más irónico incluso fue que Steve dedicara un tema a la memoria de Chuck Schuldiner, apuntando con un dedo hacia el cielo, haciendo clara referencia a que asumía que estaba allá arriba. Curioso, considerando que Watain nos arengaba a adorar a Satán minutos antes. Bueno, como siempre digo yo, ¡que cada uno piense y crea lo que se le de la gana! Por lo demás, malo estuvo que Sadus no tocara un tema de Death, porque muchos pensaron que eso iba a hacer la banda, pero no.
Y bueno, finalmente Obituary subió al escenario cerca de la una de la mañana. Era el plato de fondo. Muchos fans estaban allí exclusivamente por Obituary y me imagino que se sintieron defraudados al comprobar que Allan West no estaba, ocupándose de la guitarra exclusivamente Trevor Peres. Allan había vuelto a Obituary, pero al parecer ya no está más. En realidad cualquier otro guitarrista en reemplazo hubiera elevado la puesta en escena porque se echó de menos la maldita segunda guitarra, además que Trevor no tocó muy inspirado que digamos. Pero bueno, allí estaba Obituary, la legendaria banda de Florida, importante por sus innovaciones presentadas en sus dos primeros discos, pero que a esta altura está muy superada por bandas más talentosas. Pero no le pidamos peras al manzano. Obituary toca su death metal old school simplón con convicción y no pretende llevar su música por un lado muy técnico. Lamentablemente anoche la banda no se vio muy inspirada. Quizás fue la hora, o el cansancio, o ambas cosas, o el frío, o qué se yo, pero el asunto es que los fans no respondieron como se esperaba. John Tardy, que sigue cantando excelentemente bien, se movía en el escenario de allá para acá como león enjaulado e incitaba al público a manifestarse, pero aparte de los fans más acérrimos que se encargaban de liderar los mosh de las primeras filas, no hubo gran respuesta del público. ¿El punto culmine? Al final, cerca de las dos de la mañana, con “Slowly we Rot”, obviamente.
Y eso sería. Y si es por elegir lo mejor de la intensa jornada, apuesto por Watain seguido de Atomic Aggressor.