jueves, marzo 15, 2007

Roger Waters en Chile









Roger Waters – Dark Side of the Moon World Tour
Santiago, 14 de Marzo de 2007. 21:00 hrs.
Estadio Nacional
El recital de anoche puede resumirse fácilmente diciendo: que empezó justo a la hora, que el sonido estuvo espectacular, al igual que el juego de luces y que Waters, en esta, su segunda visita al país, empezó con sus canciones más conocidas, para parar a la hora y cuarto y darse un break, volver luego de quince minutos, mandarse el Dark Side of the Moon completo para luego barnizar el soberbio recital con la mano imperdible de los más representativos cortes de The Wall, terminando con Confortably Numb.
Eso sería a grandes rasgos. ¡Pero cómo quedarse sólo en eso cuando hay un millón de detalles importantes! Por ejemplo, el chancho rosado con graffiti que fue lanzado al espacio para la canción Sheep del disco Animals. ¿Estará volando aún el chancho en alguna parte de la estratosfera? Y las pantallas gigantes, el juego de luces espectacular, la pirotecnia, la puesta en escena, los videos de fondo. No olvidemos la canción dedicada a Bush “That Texas education must have really fucked you up” decía la letra de la que Waters dijo era canción nueva. Y cómo olvidar a los niños de una escuela de Santiago que se subieron al escenario para la interpretación de Another Brick in The Wall. Un amigo con la mente torcida me dijo que habían subido no a cantar (de hecho no cantaron) sino más bien a lanzarse en forma voluntaria a una moledora de carne tal cual como aparece en la película The Wall. Claramente a mi amigo le hace mal el cine. Jajaja. ¿Y vieron lo que decían las poleras de los niños? Los VIP, que pagaron algo como 120 mil pesos pudieron leer clarito que las poleras decían “El Miedo Construye Murallas”. Yo, que estaba en galucha con el pueblo ya que no soy VIP sino underground, pude ver gracias a unos binoculares de la Nasa lo que decían las famosas poleras, y con ellos pude ver también a los músicos, porque vaya que estaba lejos el escenario. Sí, estaban las pantallas gigantes, pero si es por ver una pantalla gigante me comunico con un amigo que tiene un Datashow y veo el DVD. Para mí, queda claro que el haber estado en galería no fue de lo mejor. Poco era lo que se podía apreciar del show, y a simple vista, sin los binoculares de la Nasa Roger Waters se veía como un lejano punto en el espacio, tal cómo terminó viéndose el chancho rosado que se encumbró hasta alturas impresionantes. Prometo la próxima vez ir a VIP. Jajaja. 120 lucas es mucha plata. En fin, podría seguir, pero creo haber acotado lo esencial de esos detalles que quedarán en la retina de las 45 mil almas que acudieron al show.

Lo que sí creo que fue lo más importante y la razón básica para ver este recital fue el hecho de la interpretación de The Dark Side of the Moon. No, No The Dark Side of the Spoon, que lo interpreta Ministry, sino ese álbum que ya tiene –cuesta creerlo- 34 años. Ese era el gancho, claro está, y resultó realmente alucinante ver la interpretación sino de Pink Floyd con sus 4 integrantes clásicos, sin contar a Syd Barrett, al menos con la mente maestra que sin lugar a dudas es Waters. No era Pink Floyd, pero era parecido. Sea como sea, la interpretación estuvo a la altura de lo que ameritaba un recital cuyo precio mínimo era de algo así como 20 lucas. Nada que decir, excepto… excepto… dos detalles:

1.- Las pantallas estaban a destiempo en algo así como un tercio de segundo en relación a lo que ocurría en el escenario. Entonces ya había terminado una frase, y todos los músicos seguían cantando por ese tercio de segundo de más. Y se notó.

2.- Ya entrado el recital en tierra derecha se sintió cómo se murió un canal completo volviendo a revivir al momento. Estábamos todos escuchando muy bien y de pronto se siente cómo baja el volumen de sopetón. Ocurrió como tres veces, y en la galucha se notó grandemente.

Aparte de esos dos asuntos no hay nada que decir que sea calificado como “queja”. El recital estuvo espectacular, o como diríamos en buen chileno: “La raja”, y para los más osados: “La zorra”. Pero como yo soy periodista, no utilizo ese lenguaje en forma escrita aunque para este recital claramente amerita el uso de aquellas jocosas voces de la jungla chilensis.

Con respecto a los temas, bueno, Waters tocó lo absolutamente esperable. No faltó ni Wish You Were Here ni Shine on You Crazy Diamond, y al igual que en el 2002 y la gira In the Flesh, Syd Barrett se proyectaba en la pantalla gigante mientras Roger cantaba. Notable, dicho sea de paso, es la voz de Waters que se mantiene muy bien a pesar de que el hombre lleva 62 años a cuestas. ¡Maestro! Otras canciones fueron las típicas que hasta mi abuelita reconoce como de Pink Floyd. No creo que valga la pena ahondar en ellas, sólo que lo fundamental es que el recital se cargó claramente hacia The Wall, siendo la tercera parte del show una muestra concisa de ese álbum.

Waters venía acompañado de diez músicos (los conté) dentro de los cuales figura Harry Waters en teclados, quien es hijo de Roger. Aparte de éste, acompañaban un baterista, dos guitarristas, tres cantantes femeninas, un saxofonista y otro tecladista. Y puede que haya otro integrante más. Sin lugar a dudas, una tremenda banda que si bien no es Pink Floyd, anoche, bajo la batuta de Waters, hizo olvidar por un rato que no estaba ni Gilmour ni Wright ni Mason. Los más puristas clamarán eternamente que Chile nunca tendrá el privilegio de ver a Pink Floyd, pero anoche Waters nos encandiló de tal forma que ya nos imaginábamos en el Valle de la Luna, lugar donde supuestamente habría de tocar Pink Floyd en algún universo paralelo. Por dos horas y media, lo creímos, y la gozamos. De lo mejor que me ha tocado presenciar. Lástima que estaba en galucha. Para la próxima, en el valle de la Luna, estaré con los VIP.