viernes, septiembre 21, 2007

Gorgoroth en Chile


Gorgoroth – Heretics – Denying Nazarene
Jueves 20 de Septiembre 2007
Galpón Víctor Jara 20:00 horas.

Jamás pensé que fuera tanta gente a ver a Gorgoroth especialmente considerando la fecha. Con los cinco días de fiesta anteriores y todos endieciochados y seguramente escasos de dinero debido a tanto asado y carrete, pensaba que muchos dejarían pasar la oportunidad de ver a los malditos e infames Gorgoroth. No fue así y el galpón Víctor Jara aunque no reventó, si se veía con bastante gente, cosa que habla del buen momento por el cual está pasando la banda liderada por Infernus y Gaahl, este último considerado como enemigo público número uno en su país natal Noruega. Vaya la fama que precede a esta maligna agrupación.

Apenas 52 minutos (según mi cronómetro) duró la segunda presentación de Gorgoroth en Chile, siendo la primera esa vez que tocaron en La Laberinto, lugar que ya no existe, en el 2004. Por ahí escuché que esa vez duró 54 minutos. Pero dejando de lado la exactitud para la estadística lo cierto es que los shows de Gorgoroth son y siempre han sido de escasa duración. Muchos, enojados por la corta duración del show, y suponiendo que la banda dejó muchos temas en el tintero debido a la irrupción en el escenario de un compadre a quien el mismo bajista echó de vuelta a la cancha de una patada, seguramente se fueron a sus casas, o a beber por ahí, maldiciendo la mala suerte a los cuatro vientos sin tener claro que en realidad el show con suerte hubiese durado cinco minutos más. Porque Gorgoroth no es de bises. Llegan, tocan y se largan del escenario. Nada de holas, ni de chaos, ni de volveremos, ni nada de nada. Con suerte Gaahl anuncia los temas. Tal apatía llegó anoche a tal extremo que Gaahl (voces) ni siquiera se molestó en mostrar una bandera chilena que cayó en sus manos. No, ese no es el estilo de Gorgoroth, y así debe entenderse. Habrán otras bandas que pese a todo lo malvadas que aparentan ser logran comunicación afectiva con su público, pero no es el caso de Gorgoroth, que no se sale un centímetro del libreto del show que prometen. Backstage los compadres podrán ser más simpáticos y afables, pero arriba, tal fuera una obra de teatro, no hay momentos para hacer nada que no sea tocar el más despiadado y enfermizo black metal. Es el estilo de Gorgoroth, guste o no. Por otro lado tal frialdad arriba del escenario va muy acorde al estilo musical del grupo, acorde también a la vestimenta, al maquillaje, a todo lo que es la banda cuando toca en vivo. Y aunque aquí no presentaron un show como aquel de Polonia que se hizo mundialmente conocido por la demanda que le hicieron a la productora Metalmind, todo por el asunto de una puesta es escena considerada por las autoridades locales como extremadamente ofensiva para los católicos, Gorgoroth logró generar esa vibra de maldad tan especial que sólo algunas bandas logran exhalar de sus pútridas almas negras. Ver a Gaahl apuntando al público una y otra vez mientras hace el símbolo metalero por excelencia, al mismo tiempo que mira con ojos de desquiciado mental, es algo único. Uno lo ve, lo observa, y se dice para adentro: “Este compadre o se suicida, o se convierte en asesino en serie, o simplemente se pudre en la cárcel o en una institución para orates”. Verlo es intimidante, especialmente con esas muñequeras de clavos, legado de Kerry King de Slayer, y con esa pinta que lo hace ver como si recién hubiera ascendido desde el infierno. El resto de los músicos no se queda atrás y todos aportan a la estética cuidada y previamente pensada de Gorgoroth. Como show, como espectáculo, no hay nada que decir, ¡estos tipos se la creen! Cradle of Filth se habrá vendido (según dicen muchos) y Dimmu Borgir ya no es lo de antes, pero Gorgoroth no transa. Es de esperar que no llegue el día en que lo hagan y se conviertan, como ya ha pasado en otras ocasiones, en la leve sombra de lo que fueron.

Con respecto al sonido, bueno, esta es una variable que escapó a las manos de Gorgoroth y ni invocando a Satán seiscientas sesenta y seis veces hubieran podido resolverlo. No es que haya sonado mal, pero fue lejos de ser excelente, notándose más o menos como a la mitad de la presentación saturación en los parlantes causada por el martilleo del doble bombo de la batería, que a todo esto no era tocada por Frost de Satyricon sino que por otro compadre nuevo. Frost, según nos contó Gaahl backstage, está muy ocupado con Satyricon y no puede militar en ambas bandas al mismo tiempo. De seguro que muchos lo echaron de menos. Pero sin importar la calidad del sonido, el público asistente disfrutó bastante, generándose los típicos mosh en las primeras filas, pero sin que esto se extendiera a todo el recinto, que a todo esto, es como una ratonera o cajón, sin graderías, similar a la Estación Mapocho, pero mucho más pequeño.

Con respecto al setlist, destacaron “Incipit Satan”, al igual que “Destroyer”, “Carving a Giant” del último disco Ad Majorem Sathanas Gloriam (Vaya título) y “Possessed (By Satan), favorita de muchos. Tampoco faltó “Procreating Satan” ni “Forces of Satan”. Sin lugar a dudas esta debe ser la banda que más veces utiliza la palabra “Satan”. Ok Gaahl, ya nos quedó más que clara tu postura súper hyper mega satánica.

Y no habría más que decir si no hubiera sido por algunos fans algo exaltados que se subieron arriba del escenario a generar destrozos cuando ya el show había terminado y no había absolutamente ninguna posibilidad de que la banda volviera al escenario. ¿Para tanto daba el enojo por la escasa duración del show? De pronto la situación se tornó caótica, pero al final no pasó nada, resultando con lesiones de diversa consideración nada menos que algunos equipos de amplificación. ¿Cuál es la idea de andar haciendo destrozos? No lo sé. Ese sería el único punto realmente negativo de la presentación. Aparte de eso, el show fue una buena manera de seguir disfrutando estas Fiestas Patrias que para algunos recién finalizan este domingo.