Iron Maiden – Witchblade – Lauren Harris
Club Hípico
Domingo 22 de marzo de 2009
20:00 hrs.
Más allá de la música, de la larga carrera de la banda y de todo lo que representa para el metal, una de las cosas que más llama la atención de Maiden es el tremendo arrastre que tiene no sólo en el mundo entero, sino que en Chile. Resulta impresionante ver cómo una banda que había pisado tierra chilena cuatro veces antes logra convocar a más de 50.000 fans en una quinta visita. Y la hazaña se hace más meritoria considerando que la cuarta visita había sido tan solo un año antes. ¿Qué tiene Maiden que los hace tan enrabiadamente populares? No cabe la menor duda: Iron Maiden es la más grande de las bandas de Heavy Metal.
De todas maneras no estaba tremendamente entusiasmado con este recital ya que habiendo visto a la banda tres veces antes (el año pasado me lo perdí por enfermedad) pensaba que su repertorio sería el típico de siempre. Y en realidad lo fue en gran parte. Sabía que iría “Run to the Hills”, “The Number of the Beast”, “Powerslave”, etc, pero debo reconocer que me sorprendió escuchar “Children of the Damned” y “Phantom of the Opera” que posiblemente reemplazaron a “Heaven Can Wait” y la que siempre he encontrado ser la peor canción de Maiden, sí, por supuesto: “Can I Play With Madness”. Fue un gran alivio no escuchar ambas canciones, prefiriendo definitivamente la vibra más dura de “Children…” y “Phantom…”. Así, en relación al setlist, puedo decir que al menos a este fan dejó satisfecho. La guinda de la torta hubiese sido escuchar “Alexander the Great”, “Where Eagles Dare” y la que es una de las mejores canciones de Maiden lamentablemente algo subvalorada: “To Tame a Land”. Pero bueno, habrá que seguir soñando.
Ahora, el show en sí estuvo a la altura, con un escenario parafernálico a toda raja. ¡Hey, creo que esas tres palabras a todo el mundo le quedo claro cómo estuvo la puesta en escena! Notable estuvieron los Eddies mecánicos y la figura demoníaca que apareció para “The Number of the Beast”. El juego de luces estuvo también espectacular, al igual que el sonido, pero bueno, se trata de Maiden. No se pueden dar el lujo de sonar mal. Y bien, también hubo pirotecnia y fuego. Esto último me recordó al festival Party San que se hace en Alemania.
Lo único lamentable, y esto es consecuencia directa de estar con lo que se estimó fueron 60.000 fans, es que no digamos que la gran mayoría vio muy de cerca el show. Los fans más aperrados que se quedaron a dormir a las afueras del recinto el día anterior y que fueron los primeros en entrar seguramente disfrutaron a tres metros a Maiden agarrándose de las rejas con la fuerza con que se agarra un erizo a una roca. O sea, a esos compadres no los movía nadie. Por tanto me conformé viendo desde más o menos los 30 metros, pero poco me importó. Estaba adentro viendo a Maiden, siendo parte del evento metalero que ha pasado a la historia como el que más gente ha convocado. Para que se hagan de una idea: El más grande festival de metal en el mundo reúne a unos 70.000 fans. La vista desde un helicóptero debe haber sido fantástica. ¿Quién dijo que el metal estaba muerto? ¡Está más vivo que nunca! Llamó también mi atención comprobar cuan amplio fue el rango de edad de los presentes. Había niños de cinco años hasta viejos de sesenta, con una gran masa entre los 25 y 35, y todos vacilando Maiden. Impresionante. De hecho llevé al hijo de once años de una amiga a ver a Maiden. Ella me le pidió encarecidamente y yo le dije, ok, ningún problema. Digamos que me bajó cierto instinto paternal. Recordaría cuando yo tenía once años y estaba recién metiéndome al metal. Nadie nos llevaba a ningún puto concierto, uno porque no habían, y segundo porque la generación más vieja veía con ojos santurrones lo que para ellos era la decadencia misma. Los tiempos han cambiados. Es triste, y esto sé que lo entenderán los más viejos, darse cuenta que cuando éramos pendejos y vacilábamos el metal nunca nadie nos alentó o tuvo buena onda con nuestros gustos musicales, o al menos un dejo de condescendencia. No, todo era crítica, que qué es huevada que estás escuchando, que nunca vas a llegar a ninguna parte con esa basura, que el metal es negativo y satánico y bla, bla, bla. ¡Que mierda fueron esos tiempos! Pero al diablo. No nos desviemos del tema central.
Y bien, no tengo nada más que decir. Resumiendo, simplemente me queda por añadir que esta visita ha sido la mejor de todas. Dickinson prometió vuelta el 2011. ¿Superarán el record de asistencia para esa fecha? Quien sabe, pero de seguro estaré allí.
En relación a los teloneros Lauren Harris y Witchblade… No vi a los chilenos porque llegué pasada las seis de la tarde. Y Lauren Harris… bueno, es la hija de Steve Harris. Su rock pop melódico no me dijo gran cosa. Pasó sin pena ni gloria. No creo pudiese haber sido de otra manera y no creo que si no hubiese tocado menos gente hubiese ido al recital.