Cannibal Corpse – Suicide Silence –
The Black Dahlia Murder
Miércoles 7
de Diciembre de 2011
20:00 hrs.
Teatro Teletón
De haber sabido lo mediocre que iba a estar este recital jamás hubiese
gastado 30.000 pesos por él. Cierto es que me perdí a The Black Dahlia Murder ya que
la previa consumió más tiempo del que pensé y de haber visto a esa banda quizás
mi opinión sería más favorable, pero aunque TBDM (¡Por qué tan largo el nombre
de esta banda!) haya sonado increíble, y no fue así según me contaron algunos
personajes que vieron la presentación, de todas maneras aquello no hubiese
hecho nada por la menos que estelar presentación tanto de Suicide Silence como
de Cannibal Corpse. Así que les comentaré sobre las dos bandas que vi y dejaré
a TBDM para otra oportunidad. Quiero decir que de todas maneras quería ver a
esa banda ya que tenía gratos recuerdos de su presentación en el Wacken 2007.
Bueno, quiero ir al grano y no dar la lata con un testamento sobre
este recital. Mi intención es ir a lo concreto y no voy a ir analizando canción
por canción ni les contaré si el vocalista se tiró un peo en la mitad de una
canción ni seré un “fan boy” que dedica la mitad de su comentario a alabar
a la banda en cuestión. Si quieren leer huevadas así váyanse pa otro lado. Como
decía, vamos al grano.
Suicide Silence, que ya había estado en Chile en Abril del 2010 (no
los vi en esa oportunidad) me resultó altamente decepcionante. Por una parte el
sonido no los acompañó y toda la brutalidad que aparentan tener en estudio
pareciera que se esfumó arriba del escenario. De partida, el vocalista Mitch
Lucker no pudo emular en vivo el paso de voz chillona y gritona a la gutural de
ultratumba y vice-versa. En estudio le salé, en vivo, al menos en esta ocasión,
no pasó nada. Y por otro lado la potencia no acompañó. La banda sonaba como
contenida, sin que pudiera explotar de verdad, y esto le pasó también a
Cannibal y eso si que fue decepcionante. “Mucho ruido y pocas nueces”, así
hubiera dicho mi abuelita si hubiera ido al recital, aunque ella no escucha
metal, ni deathcore, ni black metal ni nada. Miren, no sé qué será, pero algo
le falta a esta banda. Quieren ser malos, sonar como una bomba nuclear, pero en
realidad el golpe que lanzan es tan inofensivo como un manotazo de gatito. Y el
gato grita y pone caras feas y lanza arañazos pero a fin de cuentas se trata de
un gatito solamente. Otra cosa que encontré muy poser fue la manera de hablar
del vocalista Lucker, así entre medio rapeado y como de alguna pobla y
pronunciando por sílabas, “así cómo que
mira wu a sho, ahora te va mos a to car u na can ci ón muy ba kán”, y así
moviéndose como flaite gringo. Me recordó a Marky Mark, de hecho así hablaba,
como en esta canción asquerosa: http://www.youtube.com/watch?v=-eSN8Cwit_s.
Mal. Y es ese tipo de actitudes que molestan. O sea, está bien que no toquen un
metal “tradicional” y está bien que haya más groove en las canciones y que la
influencia emo se haga notar. Ok, aceptemos que eso es parte de la evolución o
involución del metal, si es que lo consideran metal, ¿pero por qué la pose? Eso
es lo que molesta. Menos pose y más naturalidad, ¿es mucho pedir?
Vamos con Cannibal Corpse. Y la haré cortita. Hubo una falla garrafal con
la guitarra de Pat O’ Brien justo para el solo de la canción “Evisceration
Plague”, con la que abrieron el show. Mal comienzo, sin duda. El volumen estaba
muy bajo, y no había suficiente agudo. Se escuchaba como si la banda hubiese
estado tocando en un sótano y uno la hubiese estado escuchando desde el segundo
piso. Por suerte mejoró el sonido como a la mitad del show, pero jamás quedamos
“peinados pa atrás” con la potencia. Además que el juego de luces estuvo
realmente ordinario. 30.000 pesos para ver a Cannibal Corpse con unos cuantos focos
rojos y azules. Penca, realmente penca. Pero el juego de luces hubiera dado lo
mismo si Cannibal hubiese sonado con energía, con la brutalidad que se le
conoce. Finalmente, la respuesta del público fue muy tibia. Esto se explica por
la gran cantidad de fans de las bandas que habían tocado antes y por la gran
cantidad de fans de Cannibal Corpse que no fueron a este recital porque no
estaban dispuestos a pagar 30.000 pesos cuando ver a Cannibal solo cuesta mucho
menos. No hubo simbiosis, como dijo mi amigo Aldo, que también se fue
decepcionado con esta tibia presentación de Cannibal, posiblemente la peor de
las tantas veces que ha tocado en Chile. Si hubieran estado todos los fans de
Cannibal el recital hubiese estado al menos más prendido independientemente del
sonido. Sólo con “Hammer Smashed Face”, que es el gran clásico de Cannibal, hubo
un mosh digno de Cannibal, porque por la mayor parte del tiempo el que más
cabeceó fue precisamente el vocalista George “Corpsegrinder” Ficher, que a esta
altura ya tiene patentado su frenético cabeceo con el cual imita a la
perfección la hélice de una avión.
Esperemos que para la próxima visita de Cannibal vengan solos o al
menos con bandas que sean más representativas del death metal. Como dijo otro
amigo mío: “Eso le pasa a Cannibal por
tocar con bandas pokemonas”. Yo no iría tan lejos en mi apreciación, pero
una cosa es cierto, y es que este cartel no le hace ningún favor a Cannibal,
banda que por lo demás es suficientemente grande como para irse de gira sin
ninguna banda soporte. Una hora y veinte minutos para el olvido.
En resumen, 30.000 pesos que hubiera preferido haber gastado en un
buen restaurant. Penca la huevada en realidad.