El otro día me vine por Vicuña Mackenna desde el Plaza Vespucio arriba de un colectivo que me deja en el centro. Iba sentado en el asiento del copiloto y desde allí pude ver con claridad que en las calles, en cada maldito poste, había una suerte de banderín blanco de la Teletón con alguna de las marcas participantes. El taxi seguía hasta Plaza Italia y en todo el trayecto los banderines no dejaban de pasar. Estaban, literalmente, en todas partes, recordándome una y otra vez sobre la Teletón. Una y otra vez, como si estuvieran tratando de lavarme el cerebro. De hecho así se lavan los cerebros, recalcándole a la gente un millón de veces algo hasta que se lo tragan. Luego ya ni siquiera cuestionan las realidades. Asociar un corazón a la Teletón y las palabras "amor", "todos", "chilenos" y "solidaridad" no hace más que reforzar la idea de que el mensaje es beneficioso. Todo esto me hizo recordar el libro 1984 de George Orwell. También hay una película sobre aquella novela. Sugiero leer la novela y ver la película.
Sé que mucha gente pensará: "No sé cómo puedes ser tan mala persona que te vas en contra de algo tan noble como la Teletón". Yo les digo: "Ustedes creen que es noble porque así los han convencido, así se han dejado convencer."
Sé además que mi opinión no es muy popular. Es cosa de preguntarle a la gente y la mayoría de las personas está a favor de la Teletón. Pero también es cierto que la mayoría de las personas son estúpidas y también es cierto que lo popular suele ser imbécil. La inteligencia y el pensamiento crítico no están en la masa descerebrada de ovejas de rebaño que componen la sociedad, sino que en unos cuantos seres que se dan cuenta de la gran mierda en la que estamos insertos.