Estimados lectores de estas endiabladas páginas. Sorry por demorar tanto el review de Violator en Quilpué. De hecho estaba listo hace rato, pero por razones de índole logístico sólo hoy he decidido subir mis impresiones de aquel evento.
Violator - Thrash Attack - Abhorrent - Ghoulish - Hexagram - Metastasis - Disaster
Sábado 20 de Noviembre, 2010
Teatro Velarde, Quilpué
Para quienes no los conocen, una intro. Violator es una banda de Brasilia, Brasil que se especializa en thrash metal. Canciones como “Addicted to Mosh”, “Thrash Maniacs”, “UxFxTx (United for Thrash)” y “Ordered to Thrash” lo dejan más que claro. ¡Los cabros tocan thrash! ¿Quedó claro? Violator pertenece a la nueva ola de bandas thrash, inspiradas en los grandes exponentes de los años ochenta y ya habían estado en Chile en el año 2007.
En esta oportunidad la banda tocó en Santiago el día viernes 19 de Noviembre y el sábado en Quilpué, muy cerca de Viña del Mar. Interesante, considerando que desde siempre nos hemos acostumbrado que recitales fuera de Santiago se hagan casi por obligación en Valparaíso. Hacerlo en Quilpué y cambiar de aire no fue malo para nada.
Bien, la velada que amerita nuestro tiempo ahora se hizo en el Teatro Velarde, en el centro de la cuidad; recinto con capacidad para unas quinientas personas, con butacas y con un segundo piso. Muy parecido al Teatro Novedades que tenemos en Santiago, pero algo más pequeño. Cuando llegué al local a eso de las siete de la tarde ya estaba en escena Disaster. Era primera vez que veía a esta banda en vivo. Los conocía, sabía de ellos por otros recitales donde habían participado, pero jamás los había visto. Debo reconocer que quedé absolutamente impresionado con la respuesta del público mientras largaban su set. No tengo idea de las canciones que tocaron, pero me di cuenta que algunas eran en español, cosa que me pareció innovadora. Pero fue la respuesta del público lo que más llamó mi atención. Los cabros giraban en lo que ya es un clásico por estos lares, me refiero a los circle pits, y seguían los acordes del violento thrash de Disaster como si se tratara de una banda extranjera. En cuanto a ejecución, Disaster me pareció por sobre el promedio, sin lugar a dudas, y creo que el constante training de tocatas en vivo los ha ayudado a que se consoliden como buenos músicos que son. Como decía, primera vez que los veía. Recomendables a ojo cerrado. Nota aparte el gran carisma del vocalista, quien con una caja de vino tinto Tocornal en una mano y el micrófono en la otra, daba a Disaster un aspecto de “calle” y de carrete que es casi sinónimo con el movimiento thrash. Bien Disaster, banda que pareciera querer recordarnos de que hubo un día en que el metal era pura diversión.
Luego fue el turno de los longevos Abhorrent. Lamentablemente no pasó mucho con ellos y tocaron frente a un público apático, pero respetuoso. Unos cuantos cabros viendo el show en primera fila, algunos otros esparcidos aquí y allá, otros sentados en las batucas, pero la mayoría del público descansando en el lobby del teatro y muchos de ellos pidiéndole autógrafos a Violator que justo en ese momento estaba en el lobby. Y fue raro, porque de pronto era como si se tratara de otro recital. Lo curioso es que la música de Abhorrent daba para thrashear de la misma manera que Disaster, y no valía la excusa de que el público estuviese cansado porque bien sabemos que energía no falta. Mi conclusión es que la fidelidad de los nuevos metaleros, esos cabros entre 15 y veintitrés que están recién metiéndose en la movida está con las bandas también jóvenes. Pareciera que simplemente no enganchan con el pasado, y eso es absolutamente comprensible considerando que, por ejemplo, Abhorrent nacía el año en que muchos de los presentes lo hacían. Así que no culpemos a nadie, ni a la banda, ni al público, pues esta banda era para otro cartel al parecer.
Ahora bien, no tengo idea cómo estuvo Thrash Attack, ni Ghoulish, ni Hexagram ni Metastasis (buen nombre ese) ya que llegué tarde al teatro considerando que ni cagando empezaba a tres de la tarde como decía el flyer del evento. Acostumbrado a la impuntualidad de las tocatas en Santiago, pensé que en Quilpué sería lo mismo y no estaba dispuesto a esperar como gil que empezaran las bandas. Pero no, el recital comenzó a la hora según me contaron. Bueno, no puedo hablar de lo que no vi, así que vamos con Violator. Mis disculpas a las bandas que no vi. Será para la próxima.
Violator salió en escena a las nueve de la noche, más menos, y tocó por una hora clavada. La presentación en su totalidad fue bastante uniforme y no paró en intensidad ni un segundo. Cada una de las canciones era como un garrotazo a la cabeza. “¿Quieren thrash? ¡Tomen, allí tienen!” – eso daba la impresión que Violator quería decir. Una tras otra surcaban el aire canciones con gancheros y endiablados riffs hechos a la medida para generar un mosh al instante. Y aunque Violator no tiene variedad y sus canciones se parecen todas entre sí, con excepción de algunas, la banda logra comunicarse con su público con un carisma poco común. Entonces, da lo mismo lo que toquen, pues cada canción es un éxito y cada canción es para ser disfrutada en un mosh o para ser cabeceada como loco. Y cuesta no enganchar con los riffs. Cuesta no prender con la música de Violator, a pesar de lo predecible que es.
Comentario aparte merecen los miembros de la banda, especialmente su vocalista. Este tipo incluso se lanzó al público haciendo dos stagedivings de lujo. Eso no se ve muy seguido. Uno de los guitarristas hizo lo mismo, lanzándose con guitarra y todo. “Todos nosotros somos iguales” – recalcó el vocalista en más de una ocasión. Sus dos stagedivings comprobaron que lo decía no eran simples palabras. Arriba del escenario todos (con excepción del baterista, por supuesto, que a todo esto es chileno) se movían frenéticamente recordándome a Exodus y Anthrax en sus primeras etapas. Así, no se trataba de sólo escuchar a Violator, sino ver a la banda ya que son un verdadero espectáculo. A la vez, el público no se quedó atrás, subiéndose al escenario decenas de fans una y otra vez habiendo en un momento determinado hasta como cinco fans arriba del escenario. Por momentos, todo parecía incontenible. Pero eso es thrash, ¿no?
Todo lo anterior no hubiese funcionado sin buen sonido y por suerte todo sonó muy bien. Al menos yo no me percaté de grandes fallas.
A modo de síntesis sobre todo lo escrito anteriormente: Violator en Quilpué ha sido uno de los mejores recitales a los que he asistido este año en términos de espectáculo puro.
Un punto final. Compré el EP Annihilation Process en el stand de venta y al escucharlo bien en casa me di cuenta de algo que puede que a primera se pase por alto. Me refiero a la gran influencia del punk en la música de los brasileros. El thrash clásico fue influenciado por el punk, eso lo sabemos, y Violator quizás sin proponérselo no sólo está haciendo tributo al thrash, sino al punk. Pero lo realmente interesante, es que el elemento punk está mucho más presente en Violator que en las bandas clásicas de los ochenta. Y quizás por eso ha tenido éxito. Si escuchan bien se darán cuenta que esta banda ha innovado, quizás sin siquiera darse cuenta. La banda hace thrash, pero incluye una dosis de punk más alta que lo que jamás hicieron las bandas clásicas, con excepción de Sodom. Digo esto para quienes pudieran opinar que lo que hacen los brasileros es una vulgar copia del pasado. No es tan así. Pero para darse cuenta hay que escuchar, y hacerlo con detención.