domingo, mayo 16, 2010

Manowar en Chile

Viernes 14 de mayo, 2010
Teatro Caupolicán
21:00 hrs.

No sé en qué momento nosotros los metaleros nos convencimos o nos dejamos convencer de que Manowar eran los reyes del metal. Probablemente andábamos volando bajo y nos pillaron desprevenidos. ¿Reyes del Metal? Creo que el título les queda grande. Más aún, nadie, pero absolutamente nadie ha elegido a Manowar como reyes del metal. Ellos mismos se autoproclamaron los reyes tal cual hubiese sido una dictadura militar donde llega un tipo y dice que ahora él manda. ¡Y les compramos! ¡Si, les compramos y nos convencimos! ¡Parece que la hierba y el alcohol están afectando nuestros sentidos! Amigos, compadres, socios, hermanos del metal (como diría Manowar) no os dejéis engañar. A lo más Manowar es una buena banda de metal y eso con suerte. ¿Y en que me baso para blasfemar contra los supuestos reyes? Bueno, si fueran los reyes del metal, estarían por encima de Iron Maiden, Metallica, Megadeth, Judas Priest y Black Sabbath. Y bien sabemos que eso no es así. Pero ok, olvidémonos del marketing de Manowar que nos convenció de lo true metal que eran a través de temas donde las palabras “power”, “steel, “blood”, “enemies” y “kill” no podían faltar.

Habiendo zanjado la disyuntiva referente a liderato musical aboquémonos al recital. ¡Uf! ¡Cómo estaban esas expectativas! Hasta que se supo que el setlist de los shows en Brasil y Argentina no habían dejado para nada conformes a los fans. ¿Sería igual en Chile? Sí, por supuesto, porque pocas probabilidades había de que Manowar cambiara setlist a última hora. ¿Y cual fue el problema con el setlist? Simplemente estaba extremadamente inclinado hacia los últimos discos, llevándose la gran tajada de la torta Warriors of the World del 2002 y Gods of War del 2007 con 4 canciones al menos de cada uno de esos discos. Así, Manowar hizo como si el pasado no existiera y no tocaron nada de lo que se considera son sus mejores placas, o sea Hail to England y The Triumph of Steel. Y qué decir de los primeros dos discos… absolutamente nada. Aquello sin lugar a dudas generó decepción en el público asistente y los únicos que se lo vacilaron todo fueron los fans más fans que tienen todos los discos de Manowar y que se saben todas las canciones y que piensan que todos los discos de Manowar son geniales. El resto, pues simplemente se quedó con cuello esperando las canciones antiguas, pero no pasó nada.

Y todo esto sería perdonable si no hubiese sido por la más o menos media hora de show que se perdió, colándose como arena entre los dedos, en despliegues ego maniáticos de pseudo virtuosismo donde tanto el bajista Joey DeMaio como el guitarrista Karl Logan demostraron exactamente hasta donde llegaban sus habilidades. Bien, muchas bandas hacen lo mismo. Esta bien, pero una cosa es hacer algo relevante y asombroso y otra completamente distinta es dar la lata y eso fue lo que hizo DeMaio particularmente. Paja, paja, paja, y más paja con el bajo, siendo el apoteosis de la paja el final del show, que fue ridículamente largo. Sumemos a eso las arengas de Eric Adams con el público y se nos fueron 30 minutos de show que perfectamente pudieron haber sido ocupados para entregar al público las canciones que realmente quería escuchar, como “Battle Hymn”, “Blood of my Enemies”, “Hatred”, “Sign of the Hammer” y “Thor”, por dar tan sólo algunos ejemplos, porque a pesar de que Manowar no son los reyes del metal sí tienen buenos discos y excelentes canciones. Lamentablemente esas canciones brillaron por su ausencia en esta presentación.

Sin embargo, a pesar de todo lo nefasto hay que destacar tres cosas. Primero, que la voz de Eric Adams estuvo increíble. Sin lugar a dudas se trata de un cantante excelente y no hay nada que decir con respecto a su calidad. Segundo, el sonido estuvo espectacular. ¡Sonó la raja! La batería parecía que fuera a echar abajo al Caupolicán. Tercero, el juego de luces y la pantalla gigante con las carátulas de los discos estuvieron muy bien. Es más, cuando empezó el show, la verdad es que prometía y prometía mucho, como equipo que sale a la cancha y mete un gol al minuto y uno espera que sea goleada pero al final pierde el equipo por goleada. Poco a poco el entusiasmo fue decayendo y de pronto se escuchaban algunas pifias, especialmente en los intervalos demasiado extensos que la banda utilizaba para rellenar. Y para corroborar más todavía de que Manowar la está cagando con tocar tanto material nuevo, no olvidemos cuando DeMaio al dirigirse en perfecto español al público presente dijo cuan feliz estaba con los fans de Chile. ¿Por qué fue eso? Porque al parecer en Brasil y Argentina no les fue tan bien. Nosotros, quizás porque somos más fans de Manowar o simplemente porque somos y fuimos más condescendientes, no dejamos entrever nuestro malestar durante el show. En realidad fuimos buena onda con la banda, a pesar de todo. Fue en la salida, al conversar, que poco a poco se iban dejando caer las verdaderas impresiones del recital. Y sí, en realidad estuvo mala la huevada es lo que muchos terminaron pensando.

Con respecto a los teloneros Chronos hay que aclarar que lamentablemente no les fue muy bien y de hecho los pifiaron bastante. Chronos es una banda muy antigua, una de las precursoras del metal en Chile, pero eso pareció no importarle mucho al público que repletó el Caupolicán. Quizás hubiese sido mejor haber puesto a otros teloneros. No sé, se me ocurre que Battlerage, que es una excelente banda chilena de metal en la vena de Manowar y que tiene reales proyecciones incluso a nivel internacional, hubiese sido la elección más acertada para este recital.